No sé si Eslovenia es un bosque o un país. Quizás sea un país dentro de un bosque. Se podría cruzar desde una punta a la otra sin dejar de tener un gran árbol cerca. El agua inventa cascadas en las montañas, ríos cristalinos, lagos inabarcables con la mirada. De ahí creo que procede la calma, la tranquilidad de los que habitan aquel bosque-país. La manera de estar, silenciosa y calmada de los eslovenos, proviene de esa cercanía con la naturaleza, con la vida en su estado más primitivo y salvaje, que les transmite, les impregna esa sabiduría milenaria de los que conviven entre las montañas.