Quizás un día,
las ametralladoras sólo se vean en los museos
los cuchillos sólo sirvan para cocinar
y los columpios de los niños se fabriquen
con el hierro fundido de los tanques.
Quizás un día,
nacerá una flor en la tumba del odio
y miraremos a nuestro hermano
sin importarnos quién es, ni de dónde viene
y sólo nos preocupará ayudarle.
Quizás un día,
dejemos de adorar al dios del dinero
al dios del poder
y no nos cueste tanto entender
que no hace falta ser dueño de nada
para tenerlo todo.